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¿Cómo es que A24 ha cambiado el cine de horror?

Post-horror
y el terror-arte


Sin duda, la aparición de la productora y distribuidora A24 ha cambiado la industria del cine, especialmente en lo que se refiere al género de horror. Su nombre es una abreviatura deSin duda, la aparición de la productora y distribuidora A24 ha cambiado la industria del cine, «Autoestrada 24”, la autopista italiana que atraviesa desde Roma hasta la región de los Abruzos,entre el mar Adriático y la cadena montañosa de los Apeninos.

Daniel Katz, David Fenkel y John Hodges, recorrían constantemente esta autopista produciendo y distribuyendo películas independientes. Cuando los tres decidieron fundar lo que en su momento se llamó “A24 Films” no eran conscientes del impacto cultural que tendría su proyecto.

La relación de A24 con las autopistas evoca una sensación de viaje y exploración que coincide con su objetivo de explorar y apoyar nuevas narrativas independientes en el cine. Aunque a mí, personalmente, me remite a una metáfora más oscura que involucra las primeras líneas de los Libros de sangre de Clive Barker: “Los muertos tienen autopistas”. Y en efecto, A24 es una autopista fantasmal en la que el horror ha encontrado un nuevo destino.

A continuación, mencionaré brevemente algunos aspectos que, a mi juicio, han cambiado en la industria del cine desde la aparición de A24. Especialmente, me interesa señalar la discusión que existe respecto a la reconfiguración de las categorías tradicionales con las cuales pensamos el horror. Críticos y académicos suelen vincular al estudio A24 con la aparición de un “nuevo” tipo de horror, el “post-horror”. Si el lector desea pasar directamente a este punto puede saltarse hasta la parte del texto que lleva por nombre: “A24 y el post-horror”. Aunque recomiendo leer el artículo en su totalidad, ya que es breve.

Cine independiente

El impacto más notable de A24 se manifiesta en la producción y distribución de películas. Sus métodos son ingeniosos y poco convencionales comparados con el estándar del cine

independiente. Por ejemplo, durante la promoción de Ex Machina (Alex Garland, 2014) crearon un perfil falso de Tinder que tenía como usuaria a Ava (Alicia Vikander), la autómata

protagonista de la película. Los usuarios de la app podían interactuar con el perfil de la autómata a través de preguntas generadas con un algoritmo sobre el amor y las relaciones humanas.

Ex Machina (Dir. Alex Garland, 2015).

Para Midsommar (Ari Aster, 2019), A24 contrató al director creativo Steven Jos Phan para crear una experiencia inmersiva imitando el culto de los Hårga. Decenas de actores ataviados con sus ropas blancas y flores de colores irrumpieron en el Festival Sueco de Nueva York, que se celebra anualmente en el solsticio de verano. Y a cada uno de los asistentes al festival se les entregaba un oso de juguete enjaulado en alusión directa a la película.

Midsommar (Dir. Ari Aster, 2019)

A través de estrategias que conectan emocionalmente con el público, A24 se ha hecho de un fuerte y leal fandom. En una entrevista concedida a The Wall Street Journal, David Fenkel contrasta estas estrategias de marketing con los métodos tradicionales de Hollywood: “Muchos de los problemas de dinero en Hollywood tienen que ver con tratar de fabricar algo “cultural» (…) comprar vallas publicitarias y grandes anuncios de televisión y obligar a la gente a tragarse una película”.

Libertad creativa

A24 también ha marcado una diferencia con otras productoras en lo que respecta a los procesos creativos. En 2017, Daniel Katz, cofundador de A24, dio a conocer el proceso de selección por el que atraviesan los proyectos que reciben.

VVitch (Dir. Robert Eggers, 2015)

Katz mencionó que lo primero que hacen es leer un documento con el resumen de la historia. Después de analizar el argumento, recurren a su instinto. Y la primera pregunta que siempre se hacen es: “¿es esto algo genial?”. Una vez que un proyecto es aceptado, el estudio proporciona el presupuesto y otorga al equipo total libertad creativa, lo que contrasta con las prácticas de grandes productoras de Hollywood que a menudo solicitan cambios de guion o ediciones fast track para ofrecer un producto completamente distinto a la idea original.

Directores como Jonah Hill han hecho referencia a su experiencia con A24, destacando su gratitud por la libertad creativa que el estudio le brindó durante el proceso de filmación. Mencionan cómo el estudio apoyó su visión sin imponer cambios significativos, lo que le permitió contar la historia de manera auténtica y personal.

Reconocimientos

Lo anterior ha hecho que A24 se convierta en una productora de prestigio, con múltiples

películas premiadas en varios festivales alrededor del mundo. Han logrado, incluso, obtenerpremiaciones en circuitos que en el pasado no estaban tan abiertos al cine independiente, como los premios Oscar, por ejemplo. Un caso notable es la película Everything Everywhere All at Once (Daniel Scheinert y Dan Kwan, 2022), que ganó múltiples premios, incluyendo Mejor Película, Mejor Director para Daniel Kwan y Daniel Scheinert, y Mejor Actriz para Michelle Yeoh. Recibieron también numerosos premios de la crítica y en festivales.

Everything Everywhere All at Once (Daniel Scheinert y Dan Kwan, 2022)

Moonlight (Barry Jenkins, 2016) también se llevó el premio a la Mejor Película, además de otras categorías como Mejor Actor de Reparto para Mahershala Ali y Mejor Guion Adaptado. “Lady Bird” (Greta Gerwig, 2017) también recibió cinco nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Directora para Greta Gerwig. Y así podemos hacer una lista larga de premiaciones y nominaciones.

A24 y el “post-horror”

Pero lo que motiva este artículo no son solamente los datos mencionados anteriormente, sino responder a la pregunta: ¿cómo es que A24 ha cambiado el cine de horror? Intentaré formular una respuesta desde dos nociones diferentes: 1) el “post-horror” de Rose-Church y 2) el “terror-arte” de Noel Carroll. Comenzaré con la primera.

Hereditary (Dir. Ari Aster, 2018)

Post-horror

El término “post-horror” fue acuñado primeramente por el periodista Steve Rose y popularizado por el académico David Church en su libro Post-Horror. Art, Genre, and Cultural Elevation. Este término se utiliza para designar un corpus de obras que, todavía con un pie dentro del género, se alejan de los clásicos convencionalismos y clichés, para aproximarse más al drama experimental con un estilo lento y austero, recurriendo la mayoría de las veces a la introspección y el aspecto onírico, y obligando a las audiencias a sumergirse en estados de ánimo como la angustia.

La relación entre A24 y el “post-horror» ha sido señalada por el mismo Church en una entrevista para Edinburgh University Press. En ella, compara el trabajo de esta productora con otras como Blumhouse. Desde su perspectiva, las películas de Blumhouse “son más cercanas a los tropos de terror convencionales, como los fenómenos paranormales y sustos repentinos. Eso no significa necesariamente que sus películas sean inferiores –ya que los sustos repentinos pueden ser una parte importante de grandes películas de terror, y no sólo un mal entretenimiento–, pero la mayoría de las películas de Blumhouse aún parecen inclinadas a ofrecer el valor de entretenimiento que el público mainstream espera típicamente de las películas de terror”.

Lo anterior contrasta con lo que Church dice sobre películas de A24, a las cuales, según él, los críticos de “mentalidad elevada” constantemente alaban por evitar “los sustos excesivos y explorar temas ‘serios’ como el duelo y el temor existencial, en lugar de ser ejercicios de género aparentemente promedio. Mientras que el público en general a menudo se siente confundido o engañado cuando ese entusiasmo crítico no se traduce en su idea del terror como un género <<divertido>>”.

The Lighthouse (Dir. Robert Eggers, 2019)

El problema con el “post-horror”

La relación entre A24 y la categoría de “post-horror” es evidente. Si bien es cierto que muchas películas previas a la aparición de A24 también calificarían como “post-horror”, ha sido esta casa productora la que ha dado mayor proyección a este tipo de narrativas, colocándolas en el gusto mainstream. Películas como A Girl Walks Home Alone at Night (2014) de Ana Lily Amirpour o la fantástica Berberian Sound Studio (2012) de Peter Strickland son ejemplos de películas del “post-horror” que no tuvieron la proyección de otras como Midsommar o The Lighthouse, de Robert Eggers.

El problema con esta categoría no es solamente su escandaloso anuncio, sino la utilización de términos como “cultural elevation”, “elevated horror”, “horror sofisticado” o “mentalidadelevada”. Estas nociones repiten una dicotomía propia del siglo pasado en la que se distingue la “alta cultura” de la “cultura de masas”, pero que en los discursos contemporáneos no solamente es fuertemente criticada sino que, además, está en desuso. Esto ha causado una mala recepción de la categoría “post-horror”; incluso hay fans que piensan que dicha categoría es utilizada para describir thrillers que afirman ser de horror, y “así tienen una excusa para llamarlas de terror, aunque en el fondo saben que no lo son”.

A24 no inventó un nuevo subgénero dentro del horror llamado “post-horror”, como sugierenalgunas personas. Aunque sí es cierto que las narrativas impulsadas por esta casa productora ayudaron mucho a proyectar esta categoría para distinguirse del horror “tradicional”. Personalmente, no tengo problemas con las categorizaciones, pero adjetivos como “sofisticado” o “elevado” no contribuyen en nada a la discusión ni al desarrollo del género, sino a la autopercepción que tiene de sí mismo el espectador.

Lamb (Dir. Valdimar Johannsson, 2021)

Terror-Arte

Ahora bien, esta discusión trae consigo otra más interesante: aquella que tiene que ver con los límites y definiciones del horror. Sin duda, las narrativas popularizadas por A24 relacionaron el horror con emociones que van más allá del miedo: como la angustia, el terror existencial, la impureza y la repulsión, demostrado lo difícil que resulta establecer límites exactos para clasificar las narrativas de horror y las emociones que a ellas se vinculan.
Las películas de A24 demostraron que el horror no se reduce a la emoción del miedo. Pero esto no es algo nuevo, ya lo había dicho el filósofo Noel Carroll desde la década de los noventa. En su libro The Philosophy of Horror, or Paradoxes of the Heart, lleva a cabo un análisis del género en virtud de los efectos emocionales que provoca. Carroll no cree que la emoción principal que generan las narrativas de horror sea el miedo. De hecho, la idea de que el miedo es la principal emoción vinculada a estas narrativas puede resultar engañosa y perjudicial, pues impide ver el amplio espectro emotivo que el espectador puede experimentar al ver una película de horror. El término con el que Noel Carroll intentó capturar todo este espectro afectivo fue “terror-arte”.

“Terror-arte” es el nombre que Carroll le dio a un tipo particular de emoción provocada por las narrativas de horror y que no solamente involucra al miedo sino también otras emociones como la angustia, la desesperación, lo siniestro, la aversión, la impureza e incluso la tristeza. El análisis de Carroll rompe con la visión tradicional que coloca al miedo en el centro del análisis del horror.

Háblame (Dir. Danny Philippou y Michael Philippou, 2022)

Una respuesta que no lo es tanto

Si pensamos cuál ha sido el aporte de A24 al horror, podría decir que, más que cambiarlo, ha explotado una faceta de este género, llevándola a muchas salas de cine y llenando las redes sociales con reseñas. Ha motivado una fuerte discusión sobre los límites y formas del horror, demostrando que estas narrativas son mucho más amplias de lo que pensamos y que no están centradas exclusivamente en el miedo, sino que abarcan un abanico amplio de respuestas emotivas e intelectuales, pues es innegable que la emoción siempre está vinculada a un elemento cognitivo. Por tanto, la idea de que hay un horror que apela únicamente a la emoción (como el gore o el explotation horror) y otro que apela al intelecto o a la razón, es completamente falsa. Existen múltiples maneras de experimentar y comprender el horror. 

Estamos ante una era de cambio, pero esto no se debe exclusivamente a A24 sino al hecho de que toda nuestra cultura visual se está transformando y, con ello, también nuestras consideraciones sobre el valor de los productos culturales. En consecuencia, definir unívocamente las narrativas de horror es imposible, sobre todo si tomamos en cuenta la experiencia no solamente visual sino de vida del espectador, a partir de la cual juzga el valor de una película. El horror, como afirma Mariana Enriquez, está en el ojo de quien observa. Y, al igual que los muertos, el horror tiene múltiples autopistas.

Pearl (Dir. Ti West, 2022)
Bibliografía

• Carroll. N. (1990) The Philosophy of Horror, or Paradoxes of the Heart. Routledge. London.

• Church, D. (2021) Post-Horror. Art, Genre, and Cultural Elevation. Edinburgh University
Press. Edinburgh

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